El sueño de Jerusalén quedó roto hace unos pocos meses. El párkinson que le atormenta hace progresos, y Martini tiene que someterse a un tratamiento en la residencia-hospital que los jesuitas tienen en Gallarate (a unos 30 kilómetros de Milán). Un caserón del siglo pasado rodeado por un jardín, donde el paciente lleva una vida rutinaria, sin renunciar al trabajo.
Corrige, cuando se encuentra con fuerzas, las pruebas de la versión italiana del libro de Sporschill, y avanza en el análisis de las anotaciones marginales, o escoria, del Códex Vaticano (el manuscrito que contiene la versión en griego más antigua que se conoce del Nuevo Testamento, junto al Códex Sinaiticus). ¿Podría recibir a la periodista? El cardenal no se encuentra con fuerzas. En un gesto que confirma su escaso apego a lo protocolario, Martini llama personalmente para disculparse. "Estoy en tratamiento médico. Mi salud falla. Siento mucho decirle que no, pero no estoy bien". Su voz suena infinitamente frágil a través del teléfono.
El País, 13 de julio de 2008
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